Marta estaba disfrutando las vacaciones de Navidad, no tenía que madrugar y sus padres estaban fuera, trabajando. Una mañana decidió pasarla sola en casa chateandmo con sus amigas y con un chico que le había entrado en tuenti hacía unas semanas. No podía negarlo, pese a no hjaber visto nunguna foto suya, sentía una fuerte atracción por él. Una pena que ese día tan sólo pudieran hablar un rato. No pasó una hora cuando llamaron a la puerte: el técnico de la compañía de teléfono. "¡Por fin!", pensó. El hombre preguntó por el inalámbrico que estaba estropeado desde hacía un mes, lo quitó y se lo llevó para repararlo.
Volvió al ordenador para cotinuar una conversación con su amiga Nata, pero Marta enseguida la interrumpió. Había oído un ruido extraño en la cocina "Espera, que voy a ver", le dijo a través de la webcam. Nata estaba algo nerviosa y el estómago se le encogió cuando oyó un un alarido a lo lejos. Era la voz de su amiga. Golpes y sollozos se oían cada vez más cerca. Esperó, sin dejar de mirar a su monitor, para ver lo que pudiera reflejar la webcam de Marta. Apenas podía parpadear. De repente, todo quedó en silencio excepto su corazón, que golpeaba con furia el pecho, presa del pánico.
¡Sí! Allí estaba. La imagen de su monitor comenzaba a tener movimiento. Era la mano de Marta, que se apoyaba en la mesa para sentarse de nuevo... y, lentamente, iba apareciendo. Pero Nata comenzó a temblar sin parar. "Dios, tu cara...!", gritó. La visión de su amiga mirándola, con los ojos derramando ríos de sangra, era aberrante y le hizo comprender que aquello era el fin. La cabeza de Marta cayó despacio, inerte, dejando ver el destornillador que le habían atravesado de lado a lado. Nunca descubrieron al asesino. El desconocido del tuenti lo había planeado todo a la perfección: haciéndose pasar por técnico, había atrancado con una lámina la puerta de la casa de Marta al salir para poder entrar después...
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